BUEN TRABAJO, BOBBY
El disparo fue certero. Había llegado a la azotea desde la noche anterior. Un toldo pintado con el mismo color del suelo de cemento le sirvió de camuflaje. Sencillo, pero preciso. La ilusión óptica haría su trabajo. Quietud extrema imperceptible para evadir los rastreadores de movimiento de los helicópteros que peinaban la zona. Dos sándwiches de sólo jamón (sin queso, es alérgico a la lactosa) y un termo pequeño con café cerrero. Temperatura controlada burlando todo detector de calor. Duerme sin dormir. Lo aprendió en la Academia. El sol sale por el oriente, como dice el manual. Orina por una sonda conectada a un sifón para no dejar rastros. Espera. Espera.
A unos 600 metros, la plaza empieza a llenarse de simpatizantes. En algo más de una hora llegará el personaje. Saca la mira telescópica de su SVD, gracias camarada Dragunov. No es el mejor fusil, pero es fiable. Si no, que lo digan las bajas que puede contar con las dos palmas de las manos y las dos plantas de los pies. Es un romántico.
Observa. La tarima está montada desde las primeras horas de la mañana. El viento está O.K.; o sea, no hay viento. Dos libélulas rondando, la de la policía y la de una cadena televisiva. Los segundos son peores. Lo sabe. No se fía. Sigue agazapado en su refugio hasta la hora señalada, que llega sin remedio para la víctima. Está listo. Tres cartuchos 7N1, por si acaso. Pero uno será suficiente. Lo sabe. Sabe lo que hace. Hace sol, bonita mañana para el tiro al blanco aunque el objetivo sea negro. Se trata de un crimen político. Se trata de un crimen político con tintes raciales, piensa. Pero a él eso le importa medio pepino (O ninguno. El pepino le causa prurito). Él llega. Identifica. Dispara. Se larga. Cobra. Y al Caribe hasta el próximo servicio. Punto.
El disparo fue certero. “Pueblo”, alcanzó a decir el candidato antes de caer como un bulto. El revuelo. Los gritos. El desconcierto. La búsqueda. El acordonamiento. Los testigos. Cuáles testigos. Los sospechosos. Cuáles sospechosos. Dos horas después, nadie ha encontrado nada. Dos meses, nadie ha encontrado a nadie. Ni rastro.
En aquel país de ineptos, la justicia ordinaria, la extraordinaria y la otra, han decidido expedir una orden de captura internacional. El francotirador fantasma ha sido acusado de profesionalismo.
Este microrrelato es la versión larga del seleccionado para la antología “99 crímenes cotidianos” de La Pulga Editorial de Madrid.
Con este BLOG número once, se cierra un primer ciclo interrumpido por vacaciones (en vacaciones no se debe escribir, es malo para la lectura).
Se agradece a quienes lo han acogido, se les cita a leer los que hayan dejado pasar y a esperar los nuevos, que llegarán, un viernes sí, otro también, o cada dos, o el primero del mes o sólo en viernes santo o en viernes trece. Pero viernes.